metamorfosis
- Del lat. metamorphōsis, y este del gr. μεταμόρφωσις metamórphōsis.
- 1. f. Transformación de algo en otra cosa.
- 2. f. Mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad o de la pobreza a la riqueza.
- 3. f. Zool. Cambio que experimentan muchos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta no solo en la variación de forma, sino también en las funciones y en el género de vida.
Las metamorfosis (Metamorphoseis, en latín; del griego μεταμόρφωσις, ‘transformación’), del poeta romano Ovidio (20 marzo 43 a.C.-17 d.C.), es un poema en quince libros que narra la historia del mundo desde su creación hasta la deificación de Julio César, combinando con libertad mitología e historia. Fue terminado en el año 8 d. C.
Esta obra literaria es considerada como una obra maestra de la edad de oro de la literatura latina. Una de las obras clásicas más leídas durante la Edad Media y el Renacimiento, Las metamorfosis inspiró a múltiples artistas, como Tiziano, Velázquez y Rubens, y continúa ejerciendo una profunda influencia en la cultura occidental.
Las Metamorfosis es un poema que comienza con el recuento del origen del mundo (ab origine mundi), desde el caos. Es la Génesis latina, por decirlo así, donde el escritor cuenta cómo surgió la vida, el hombre en la tierra y de qué manera con el transcurso del tiempo éste se fue envileciendo y degradando en su condición. Al leer los primeros versos, es inevitable relacionar el principio del poema de Ovidio con otro texto griego del siglo VIII a.C., la Teogonía (116-125 vv.) de Hesíodo, donde también trata de cómo surgió el mundo.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Las_metamorfosis)
(https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/metamorfosis–0/html/)
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Six Metamorphoses after Ovid (Seis metamorfosis según Ovidio), Óp. 49, es una obra escrita para oboe solo por el compositor inglés Benjamin Britten en 1951, basada en la obra de Ovidio.
Dividida en seis movimientos, cada uno de los cuales está encabezado con la siguiente inscripción:
- Pan, «quien una vez tocó la flauta a Siringa, su amada».
- Faetón, «quien condujo el carro del sol durante un día y fue arrojado al río Po por un rayo».
- Níobe, «quien, lamentando la muerte de sus catorce hijos, fue convertida en una montaña».
- Baco, «en cuyas fiestas se oyen los murmullos de mujeres y los gritos de hombres».
- Narciso, «quien se enamoró de su propia imagen y se convirtió en flor».
- Aretusa, «quien, al huir volando del amor del dios del río Alfeo, fue transformada en una fuente».
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La colección Metamorphoseis se basa en estas dos obras, literaria y musical, para realizar su propia representación de la transformación.
La técnica escogida para este trabajo es la clorotipia ‑de las etimologías griegas chloros (verde) y typos (grabado)‑, un proceso de fotografía alternativa mediante el que se consigue transformar hojas de plantas en un soporte fotográfico. Esta técnica ha sido elegida por la estrecha relación del concepto de transformación en multitud de las facetas de estos seres vivos durante su ciclo de vida tanto física (semilla-planta, flor-fruto-semilla, etc.) como química (fotosíntesis, etc.).
Al igual que en la obra de Britten, Chechu elige el seis, que aparece como terminación en el título, como número de piezas artísticas de esta colección y aprovecha los mismos mitos y títulos para representarlos mediante foto-collage y asociarlos a cada una de las partes de la pieza musical mediante un código QR que enlaza al audio de cada una de ellas, a través del cual se podrá escuchar la música con el teléfono móvil mientras se observa cada una de las obras expuestas (se recomienda el uso de auriculares para una mejor experiencia, no generar ruido y no molestar a otros visitantes y usuarios de la sala en que se expongan).
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I. Pan, «quien una vez tocó la flauta a Siringa, su amada».
Pan, fauno de aspecto muy desagradable, al verlo todos le huían, era hijo de Hermes y de una cabra (entre otras versiones), con torso humano muy velludo, apariencia caprina de cintura para abajo y con cuernos de cabra en su frente.
Formó parte del consejo de Dionisos. Dios de pastores y de la naturaleza salvaje, (potencia universal de la vida) vivía en lo más profundo de los bosques y montañas y no dudaba en salir de ellos para lanzarse en persecución de las ninfas. Siringa, era una ninfa de la Arcadia y en cierta ocasión, perseguida por Pan, huyó horrorizada y trató de esconderse entre la vegetación del agua del río Ladón (otro dios). Para salvarla del sátiro, Ladón convirtió a la ninfa en juncos de cáñamo, Pan la busca desesperadamente pero solo escucha el agradable sonido que producen los juncos al ser movidos por el viento. Sorprendido corta una de las cañas, la trocea y une sus partes con cera, construyendo así un instrumento musical: la Siringa o Flauta de Pan.
II. Faetón, «quien condujo el carro del sol durante un día y fue arrojado al río Po por un rayo».
Faetón era hijo de Helios, dios del sol, y de la ninfa marina Climene. Creció en Egipto bajo la supervisión de su madre y de joven le gustaba ir proclamando u origen divino, a lo que su amigo Epafo le dijo que no le creía y que su madre le había mentido. Climene, por el contrario, le juró a su hijo que sí lo era y le indicó como encontrarle.
Faetón visitó a Helios para pedirle una prueba irrefutable de que era su padre. Helios juró por la laguna Estigia que llevaba al mundo de los muertos que estaba preparado para darle a su hijo lo que quisiese. Entonces el joven le pidió montar durante un día en la cuadriga con la que recorría los cielos transportando el sol. Helios lamentó haber hecho la promesa, pero ya no podía dar marcha atrás y sólo le aconsejó tener cuidado, porque se exponía a sí mismo y al mundo a un gran peligro, ya que sólo Helios -ni siquiera Zeus- sabía dirigir su cuadriga y los caballos que la llevaban. Pero Faetón, entusiasmado, no quiso oír a su padre y éste le cedió la cuadriga.
Helios le pidió a su hijo que no les dejase correr en exceso, ni volar demasiado bajo o alto. Inmediatamente después de partir perdió el control de las riendas y la cuadriga se desvió, se aproximó a la superficie de la tierra, abrasando ciudades, países y montañas, secando ríos, creando los desiertos y la piel de los etíopes se oscureció. Zeus tuvo que intervenir rápido derribando al auriga con uno de sus rayos y tirándolo al río Eridano (Po) donde murió. Helios se entristeció mucho al oír que su hijo había muerto y, como consecuencia, la tierra pasó un día en penumbra. Climene vagó por el mundo desconsolada y las hermanas del difunto se convirtieron en árboles que producían ámbar.
III. Níobe, «quien, lamentando la muerte de sus catorce hijos, fue convertida en una montaña».
Según el mito griego, Níobe, hija de Tántalo y esposa de Anfión, rey de Tebas, tenía catorce hijos, siete mujeres y siete hombres. La mujer estaba tan orgullosa de su fertilidad y de sus hijos que se atrevió a reírse de la diosa Latona, que tenía sólo dos hijos, los dioses Apolo y Artemisa.
Para castigar su orgullo, Latona envió a sus dos hijos para matar a los de Níobe con arcos y flechas. Artemisa se dirigió a las mujeres y Apolo a los hombres. Según algunas versiones, mataron a todos, según otras un muchacho y una muchacha consiguieron escapar. El poeta latino Ovidio dice que, por el miedo, Níobe se convirtió en un bloque de roca y sus lágrimas de dolor dieron vida a un manantial, en el monte Sípilo, en Lidia.
IV. Baco, «en cuyas fiestas se oyen los murmullos de mujeres y los gritos de hombres».
Dionisio o Baco es el dios de la agricultura, la fertilidad, el teatro y el vino; era inspirador de la locura ritual y el éxtasis. Considerado hijo de Zeus y Sémele o, según otras versiones, de Zeus y Perséfone. Para los autores griegos, Nisa fue una ninfa que lo crio, o la montaña donde era atendido por varias ninfas (las Nisíades), que lo alimentaron y lo hicieron inmortal por orden de Hermes, a quien Zeus había dejado a su cuidado tras la muerte de su madre a manos de su esposa Hera/Juno.
V. Narciso, «quien se enamoró de su propia imagen y se convirtió en flor».
Narciso era hijo del dios Cefiso y de la ninfa Liríope que se convirtió en un joven de extraordinaria belleza. Las ninfas se enamoraban de él, pero Narciso sentía un total desprecio por el amor y las rechazaba. Entre ellas estaba Eco, una ninfa con una preciosa voz que distraía a la diosa Hera mientras Zeus cortejaba a otras ninfas, dándoles así tiempo para escapar. Cuando Hera descubrió el engaño, castigó a Eco quitándole la voz y obligándola a repetir la última palabra que decía la persona con la que mantuviera una conversación; lo que le obligó a aislarse en una cueva.
Eco descubrió a Narciso en el bosque, se enamoró de él y comenzó a seguirle cada día sin ser vista, pero un día pisó una rama y Narciso la descubrió. Eco buscó la ayuda de los animales del bosque, como ninfa que era, para que le comunicaran a Narciso su amor. Narciso se rio de ella y Eco se retiró de nuevo a la cueva donde permaneció hasta decaer.
Este rechazo de Narciso provocó la ira de Némesis, la diosa de la venganza, que urdió un plan y mientras se encontraba cazando en el bosque, le engañó para que se acercara hasta el borde de un arroyo de aguas cristalinas, donde al inclinarse a beber se vio reflejado descubriendo un rostro de gran belleza. No podía dejar de mirarse, no podía dejar de contemplar esa bella imagen en agua, hasta el punto de que el joven, incapaz de amar a ninguna otra persona, se enamoró de sí mismo sin darse cuenta de que era él. Pero su imagen no le correspondía en el amor y cuanto más se contemplaba, más triste se ponía. Así fue hasta que, de tanto mirarse en el reflejo del agua, Narciso cayó al río y se ahogó. Dicen que en ese mismo lugar pronto creció una flor de gran belleza, la flor que hoy lleva su mismo nombre.
VI. Aretusa, «quien, al huir volando del amor del dios del río Alfeo, fue transformada en una fuente». de hombres».
Aretusa, cuyo nombre deriva del griego aretè (la virtuosa), era una ninfa sagrada para Artemisa, la diosa de la caza, y a ella le había dado su voto de castidad. La historia de este mito comienza en Arcadia donde se encontró con un arroyo claro donde comenzó a bañarse. Era el dios-rio Alfeo, que discurre desde Arcadia a través de Élide hasta el mar. Alfeo se enamoró perdidamente de ella, pero Aretusa, que se había prometido permanecer siempre virgen, pidió auxilio a Ártemisa, que la transformó en corriente de agua para que huyera así de las solicitudes del dios. Cuando se vio totalmente acorralada, Aretusa dirigió su curso bajo el mar y apareció en la isla de Ortigia, generando el manantial que lleva su nombre, cerca de Siracusa. Queriendo aun así materializar su amor, el río Alfeo mezcló desde entonces sus aguas con las de la fuente Aretusa.
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Para la realización de los foto-collages se han utilizado imágenes de fotógrafos de finales del siglo XIX (1850-1890) y primeras décadas del XX (1900-1920) a modo de tributo a los inicios de la fotografía y sus autores.
Las seis clorotipias están realizadas sobre hoja de Cala o Lirio de agua (Zantedeschia aethiopica) y se presentan sobre fondo negro con un marco de 52×72 cm.
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